domingo, junio 04, 2006

Estrategia para proteger el corazón

Nueva estrategia para proteger el corazón

Pequeñas reduccionesde los factores de riesgo, sostenidas en el tiempo, resultan más efectivas que los cambios drásticos


* Un descenso del 10% del peso corporal basta para bajar un 50% los niveles de glucemia en ayunas

* Reducir los factores de riesgo permitedisminuirhasta un 85% el peligrode infarto






PARIS.- En el mundo de hoy, una de cada tres personas muere por enfermedades cardiovasculares. Hay 200 millones de diabéticos -la mayoría, con diabetes tipo II- y se espera que dentro de dos décadas ese número alcance los 333 millones (sólo entre 1997 y 2003 los casos crecieron un 170%). Hasta ahora estos cuadros se trataban como dos entidades diferentes, pero los médicos parecen haber encontrado un eslabón que los une: la obesidad abdominal.

La imagen que surge de estudios realizados durante los últimos cinco años está impulsando un giro copernicano en la prevención de ambas patologías. Una de las nuevas máximas que guía a los especialistas es que aun ligeras distorsiones de los parámetros metabólicos normales pueden prenunciar un desastre, y otra, que un pequeño descenso en todos los factores de riesgo es mejor que una disminución drástica en uno solo.

Es más, la clave del rompecabezas cardiometabólico, aseguran, es la grasa visceral: están viendo que no sólo importa la cantidad de grasa que tenga una persona (algo que se mide con el índice de masa corporal, dividiendo el peso por el cuadrado de la altura), sino dónde está ubicada (se mide la circunferencia de la cintura); es decir, una persona flaca, si tiene panza, puede tener alto riesgo cardíaco. La buena noticia es que incluso una modesta reducción de la adiposidad intraabdominal puede alejar drásticamente el peligro.

Factores modificables

Las estrellas de Roland Garros que por estos días se alojan en el Hotel Hilton, de la calle Courcelles, son jóvenes, delgados y atléticos. No son ellos los que preocupan a los destacados especialistas que se reunieron allí en el Primer Encuentro Internacional de Medios "Pintando el Cuadro del Riesgo Metabólico", que acaba de finalizar, sino el resto de los mortales.

Y el mensaje que quieren comunicar no admite confusiones: más del 90% del riesgo cardiometabólico (es decir, de desarrollar enfermedades cardiovasculares y diabetes) depende de factores modificables: como el hábito de fumar, niveles aumentados de triglicéridos en la sangre, hipertensión, resistencia a la insulina, niveles elevados de colesterol "malo" (LDL) y bajos de colesterol "bueno" (HDL), consumo de frutas, verduras y alcohol, altos niveles de glucosa en sangre, obesidad abdominal.

"Por ejemplo, hay una relación directa entre el número de cigarrillos que fuma una persona o el nivel de dislipidemia, y su riesgo cardiometabólico -afirmó el cardiólogo Nicolas Danchin, jefe del Departamento de Enfermedades Coronarias y Terapia Intensiva del Hospital Europeo Georges Pompidou-. Si una persona no fuma, su riesgo de padecer un infarto desciende un 65%; pero si además de no fumar, come frutas, hace actividad física y toma alcohol moderadamente, esa reducción asciende a un 85 por ciento." Es lo que muestra el estudio Interheart, realizado en casi 30.000 personas de 52 países.

Pero tal vez lo más preocupante es que, aunque cuentan con armamento farmacológico para proteger al 50% de los pacientes, hay otro 50% que sigue muriendo prematuramente, aunque se lo trate con óptimos programas de medicación.

"Había que encontrar mejores marcadores para evaluar el riesgo cardiometabólico ", afirmó el doctor Jean-Pierre Després, director de investigaciones del Hospital Laval, de Quebec, Canadá. Y lo que hallaron, según Després, es que tener una cintura aumentada (más de 80 cm en las mujeres y 90 centímetros en los hombres) y niveles elevados de triglicéridos condicionan un 80% del aumento de riesgo.

El estudio International Day for the Evaluation of Abdominal Obesity (IDEA) evaluó la prevalencia de obesidad abdominal en más de 177.345 personas de 63 países y confirmó que una cintura aumentada está asociada con enfermedad cardiovascular, no importa cuál sea la edad ni el índice de masa corporal del individuo. Cada incremento de 14 cm en los hombres y 14,9 cm en las mujeres implica la posibilidad de que una persona desarrolle esta patología del 21 al 40 por ciento.

La cintura es la clave

Todo indica que la cintura es el indicador clave. Pero los otros factores también cuentan, y lo que los médicos están comprobando es que el riesgo cardiometabólico aumenta notablemente con cada alteración que se agrega: "Los factores de riesgo no se suman -afirmó el doctor Philippe Gabriel Steg, profesor de cardiología de la Universidad París VII y miembro del comité editorial del European Heart Journal-, se multiplican. Esto explica por qué incluso valores fronterizos de los parámetros de riesgo pueden hacer sonar las señales de alarma. Al mismo tiempo, correcciones pequeñas, pero sostenidas, tienen enormes efectos benéficos".

David Haslam, director clínico del National Obesity Forum, de Gran Bretaña, presentó una serie de casos que prueban este concepto. Con una disminución de un 10% del peso, aseguró, se logra un descenso de hasta un 50%, por ejemplo, en los valores de glucemia en ayunas, uno de los indicadores de diabetes.

"Claramente, el factor central tanto de las cardiopatías como de la diabetes tipo II es la grasa abdominal; ésta causa los cambios metabólicos que producen ambas enfermedades", afirmó Haslam.

Enfatizó Després: "En nuestro hospital, cuando vemos que los médicos caminan con un estetoscopio colgando alrededor del cuello, les sugerimos que lo reemplacen por una cinta métrica".


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