La privación del sueño puede desencadenar procesos endocrinos y metabólicos como la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico, que conducen al aumento de la mortalidad cardiovascular.
Esta relación se explica por el aumento de resistencia a la insulina (RI) que produce la falta de descanso. "Hay experimentos que demuestran que en jóvenes a los que se privaba de sueño aumentaba la tolerancia a la glucosa, se reducía el uso de la glucosa no insulinodependiente y se tiendía al aumento de la RI", explica a CF Antonio Vela, profesor del Departamento de Psiquiatría y director del Laboratorio de Sueño Humano y Cronobiología Aplicada de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Este organismo celebra el próximo 28 de abril, en colaboración con la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Hershey, Estados Unidos, el III Symposium Internacional sobre Avances en Estrés y Sueño Humano , que este año se dedica íntegramente a la relación entre el sueño, las hormonas, la nutrición y los procesos metabólicos. "La privación del sueño también afecta al metabolismo de las hormonas del apetito: hace aumentar los niveles de grelina, que produce sensación de hambre, y a la vez disminuyen los de la leptina, que induce a la saciedad. Éste es el mecanismo biológico que explica por qué cuando no se duerme aumenta el deseo por los alimentos hipercalóricos y ricos en carbohidratos", aclara.
Vela recalca que es importante distinguir entre el insomnio y la privación del sueño, aunque los dos procesos están detrás de este mecanismo. "En el primer caso se produce un estado de hiperalerta, pero el cuerpo sufre una especie de adaptación y recurre a una mayor actividad del sistema de estrés, lo que a la larga repercute en un aumento del riesgo cardiovascular. La privación del sueño, en cambio, consiste en la disminución del número de horas de descanso, que puede ser total o parcial -la más frecuente-. "Ésta es la que tiene mayor importancia sanitaria por su relación con trastornos alimentarios y endocrinos, la apnea y los accidentes de tráfico o laborales".
El hombre es un ser rítmico, tiene tendencia a buscar y mantener el equilibrio mediante la homeostasis, es decir, la regulación de la temperatura interna ante los estímulos externos, y así optimizar el rendimiento biológico. " Ambos ritmos van acoplados, y cuando se altera uno, repercute en el otro y comienza a instalarse el estrés ". Vela ilustra este desequilibrio en la desincronización del ritmo circadiano que sufren los trabajadores por turnos. "Para equilibrarse, el cuerpo se sirve del cortisol, que se activa de madrugada, y del aumento de la temperatura corporal, que se produce por la tarde, y se ponen en marcha hormonas que regulan la glucemia y que varían a lo largo del día". Las personas que periódicamente obligan al organismo a desincronizarse para buscar un nuevo equilibrio en realidad nunca llegan a estar bien adaptadas, con lo que tienen mayores riesgos.
La privación del sueño lleva al aumento de la obesidad
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