lunes, marzo 13, 2006

EL PIE DIABÉTICO Y SUS CUIDADOS

Una de las complicaciones más temidas de la diabetes de larga evolución es la aparición del llamado "pie diabético", consecuencia final de complicaciones como la neuropatía periférica (se pierde sensibilidad en los pies) y la isquemia de miembros inferiores (no llega buen riego sanguíneo). En estas circunstancias, una persona no nota el frío ni el calor en los pies, ni tampoco sentirá el dolor que pudiera producirle pisar un cristal o tener una piedra en el zapato. La pérdida de riego sanguíneo puede volver la piel más frágil ante mínimos traumatismos. Estos y otros factores pueden precipitar la formación de una úlcera o una infección, de las que puede derivarse la posterior amputación de una pierna. Como tantas otras cosas en Medicina, es más fácil prevenir que tratar.

¿CÓMO SABER SI SE ESTÁ PREDISPUESTO A DESARROLLAR UN PIE
DIABÉTICO?

Toda persona con diabetes de 10 ó más años de evolución debe acudir a su médico para que revise si la sensibilidad y el riego sanguíneo de sus pies son normales. Pero es preciso tener en cuenta que muchas personas padecen diabetes asintomática desde mucho tiempo antes de que reciban tratamiento por ella, por lo que será obligatorio ante toda persona mayor de 50 años con diabetes realizar esa exploración en el momento del diagnóstico. Este examen ocupará pocos minutos al Médico de cabecera y permitirá enviar al paciente al Especialista, en caso necesario.

¿CÓMO PREVENIRLAS LESIONES QUE CONDUCEN AL "PIE
DIABÉTICO"?

Como siempre en diabetes, el autocuidado es primordial y se ha mostrado capaz de prevenir del 50 al 80 % de las amputaciones de miembros inferiores en sujetos de riesgo. Todas las personas con diabetes de larga evolución deberían ser entrenadas para realizar correctamente: a) el examen de sus propios pies diariamente; b) el cuidado de las uñas; c) elegir el calzado adecuado; y d) consultar con el podólogo ante la mínima aparición de lesiones.

CUIDADOS GENERALES DE LOS PIES

1 - Examen diario: deben observarse minuciosamente todos los días (aunque no se sienta dolor o molestia alguna) en busca de grietas, enrojecimientos, heridas, callos o ampollas. Es muy importante revisar las plantas y entre los dedos de los pies. Si no es posible agacharse para hacerlo, puede usarse un espejo irrompible colocado en el suelo o un espejo de mano. Si existen problemas en la vista, hay que reclamar la ayuda de algún familiar.

2.- Lavado de los pies: los pies deben lavarse todos los días poniéndolos en una palangana con agua tibia a 35 ºC durante un máximo de 5 minutos, comprobando antes la temperatura con la mano (si se siente caliente, es demasiado para los pies). No se deben poner los pies a remojo o en baños de agua tibia, porque esto macera los pies y finalmente los reseca más, facilitando la infección. Debe utilizarse un jabón suave y neutro, lavando los pies sin frotar y sin usar cepillos de cerdas duras. A continuación se aclaran los pies con agua limpia a 35 ºC en otra palangana. Los pies deben secarse suavemente con una toalla de algodón, con especial cuidado entre los dedos. No se deben usar secadores de pelo por el riesgo de quemaduras.

3.- Mantenga los pies hidratados pero secos: si la piel está reseca, hay que aplicar una capa ligera de aceite para la piel, loción o crema hidratante en las plantas y en las zonas resecas, pero no entre los dedos de los pies. La humedad entre los dedos de los pies favorece el crecimiento de hongos y bacterias.

4.- Cuidado de las uñas: deben cortarse después de haber lavado y secado los pies, pues estarán más suaves y fáciles de cortar. Siempre deben cortarse rectas, pero no deben cortarse las esquinas de las uñas, sino que deben retocarse con una lima de cartón. Si no se tiene habilidad, es preferible no cortar, sino limarlas siempre. Si existen problemas en la vista, se observa la piel enrojecida alrededor de la uña o si las uñas son gruesas y amarillentas, acuda al podólogo.

5.- Callos y juanetes: jamás corte los callos o los juanetes. No use cuchillas, líquidos callicidas ni apósitos o tiritas especiales para callos o juanetes. Acuda al podólogo para su cuidado.

6.- Calzado: deben utilizarse calcetines de lana o algodón para mantener los pies siempre secos, de la talla adecuada (ni apretados ni holgados cuyos pliegues puedan producir rozaduras en la piel); los zapatos deben igualmente mantenerse secos y deben revisarse todos los días en busca de cuerpos extraños (piedras, arena, etc.) y de durezas que puedan lesionar la piel. El calzado debe comprarse por la tarde, cuando los pies están más hinchados, y no usarse más de 30 minutos seguidos al principio, observando los pies los primeros días por si producen lesiones. Nunca deben aproximarse los pies a ninguna fuente de calor: en especial, deben evitarse los braseros, estufas y calentadores de pies, por la posibilidad de producir quemaduras. Tampoco debe usarse bolsas de agua caliente para irse a la cama.

Javier González Pérez
Asesor Médico de SODICAR

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